BEMER: singular equipo tecnológico para mejorar la microcirculación sanguínea
Vital Salud Vigo 14-03-2018
En el organismo hay una extensa red de arterias, vasos y capilares que se ocupan de llevar la sangre a todas las células, tejidos y órganos del cuerpo. Red que si se obstruye impide que el oxígeno y los nutrientes lleguen adecuadamente pudiendo ello dar lugar a numerosos problemas de salud. Pues bien, el Instituto de Microcirculación de Berlín (Alemania) desarrolló un dispositivo que optimiza la microcirculación del cuerpo en menos de 8 minutos mejorando de paso la respuesta inmune. Sin efectos secundarios negativos. Hablamos del Bemer, singular aparato catalogado como dispositivo médico de clase 2 del que explicamos en detalle su funcionamiento y los resultados que con él se obtienen.
Para estar sano deben estarlo las células -entre 50 y 100 billones- que componen nuestros tejidos y órganos. Y eso depende de que su nutrición y oxigenación esté asegurada, puedan producir las proteínas que necesitamos, el terreno de su entorno esté equilibrado -que cada uno tenga el pH adecuado- y puedan expulsar los residuos derivados de su labor. Algo que sólo es posible si funciona de forma correcta el sistema circulatorio que integran los sistemas cardiovascular y linfático. El primero hace circular la sangre gracias al corazón y los vasos sanguíneos (arterias, arteriolas, capilares, vénulas y venas) y el segundo se encarga de transportar la linfa hacia el corazón integrándolo los vasos linfáticos, los ganglios y los órganos -bazo y timo- y tejidos linfáticos: la amígdala, la médula ósea y las placas de Peyer.
Dicho esto debemos recordar que las arterias son las encargadas de llevar la sangre desde el corazón a los órganos transportando los nutrientes y el oxígeno; de paredes gruesas y ligeramente elásticas son los vasos sanguíneos más grandes, pueden soportar mucha presión y se encargan de distribuir la sangre hasta los capilares y desde éstos hacia las vénulas que a su vez conectan con las venas para que desde éstas la sangre “sucia” vuelva hacia al corazón y éste la haga llegar a los pulmones a fin de eliminar el dióxido de carbono y volver a oxigenarla.
Dicho es preciso saber que en la sangre hay elementos sólidos -los eritrocitos o glóbulos rojos, los leucocitos o glóbulos blancos, los trombocitos y las plaquetas- y una parte líquida llamada plasma compuesta de un 90% de agua, un 7% de proteínas y un 3% integrado por grasa, glucosa, sales, vitaminas, hormonas y productos de desecho del metabolismo (como el ácido úrico); representando el plasma un 55% del volumen sanguíneo.
Por lo que se refiere a la linfa es un líquido semitransparente blanquecino que sale desde los capilares sanguíneos y llega al espacio intersticial o intercelular pasando desde él hacia los capilares linfáticos.
En suma, hablamos de una gigantesca red de trasporte que lleva oxígeno y nutrientes a las células, tejidos y órganos y luego trasporta los desechos metabólicos para su eliminación. Por lo que podemos inferir los problemas que puede causar su bloqueo; entre otras cosas, acumulación de desechos y toxinas tanto en el interior de las células como en el espacio intersticial, pérdida de energía, menor formación de proteínas y, por ende, disfunciones de todo tipo que de mantenerse en el tiempo darán lugar a un proceso degenerativo y patológico. Lo que afecta incluso al sistema inmune de defensa cuyo mal funcionamiento puede dejar el organismo a merced de posibles infecciones. Tal es la importancia de un aparato circulatorio en perfectas condiciones, algo directamente relacionado con el ejercicio, la alimentación y una buena respiración.
ALTERACIÓN DE LA MICROCIRCULACIÓN
Dicho esto cabe añadir que la sangre no fluye de forma continua sino intermitente ya que lo hace merced a una serie de contracciones y relajaciones de los músculos lisos de los vasos sanguíneos que cambian de diámetro o “calibre” y por tanto de tensión; algo a lo que se llama vasomoción. Es pues una oscilación espontánea del tono de los vasos sanguíneos que en los vasos más pequeños es independiente de los latidos del corazón, la inervación y la respiración produciéndose entre 5 y 10 veces por minuto si la persona está sana… porque en caso de enfermedad así como cuando se envejece esa contracción/relajación puede llegar a reducirse a un solo movimiento a lo largo de varios minutos. Un problema que afecta especialmente a la microcirculación y ha intentado resolverse con fármacos con poco éxito y muchos efectos secundarios.
Pues bien, precisamente buscando una alternativa eficaz al tratamiento farmacéutico el Instituto de Microcirculación de Berlín que dirige el Dr. Rainer Christian Klopp llevó a cabo a partir de 1991 una extensa investigación para desarrollar un método natural que permita estimular el movimiento de bombeo de los vasos sanguíneos más pequeños a fin de mejorar la microcirculación sanguínea. Fue así como se desarrollaría la Terapia Vascular BEMER basada en el uso de un dispositivo que utiliza campos electromagnéticos para lograrlo. Investigación que sirvió además por cierto para saber mucho más sobre nuestro sistema microcirculatorio. De hecho pronto se dieron cuenta de que no era tan importante la cantidad de energía electromagnética transferida como el ritmo de la señal y su focalización; y que la vasomoción vascular depende básicamente del tamaño de los vasos. Comprobarían por ejemplo que tanto las minúsculas arteriolas como las vénulas se caracterizan por tener en circunstancias normales entre 3 y 5 vasomociones por minuto mientras las secciones vasculares ascendentes y descendentes -ligeramente mayores- tienen una sola por minuto. Y que la vasomoción más rápida de los vasos más pequeños es autorrítmica mientras la vasomoción de los vasos mayores está sujeta a un control central, humoral o neural y su frecuencia disminuye con la edad y la intensidad de la enfermedad. De hecho en los pacientes mayores o gravemente enfermos la vasomoción se reduce a una cada diez minutos en las secciones vasculares precapilares y postcapilares, frecuencia insuficiente para una correcta distribución de la sangre y, por ende, de todos sus componentes (nutrientes, oxígeno, leucocitos…).
En suma, el Dr. Klopp comprobaría -se constató mediante microscopía- que el dispositivo BEMER mejora la vasomoción y por tanto el flujo y distribución de la sangre en capilares, venas y vénulas. Un singular desarrollo tecnológico que llevó en octubre de 2013 a la revista Journal of Complementary and Integrative Medicine a dedicar a la terapia un número monográfico en el que podía leerse lo siguiente: “La tecnología BEMER representa hoy el método de tratamiento físico más eficaz para la disfunción de la microcirculación. Dado que las intervenciones terapéuticas a base de fármacos son muy limitadas, especialmente en las arteriolas de pequeño tamaño y vasomoción autorrítmica, esta terapia representa realmente una opción de tratamiento sin precedentes y debería usarse en la práctica médica como terapia complementaria para mejorar la microcirculación deteriorada. Teniendo en cuenta que el deterioro de la microcirculación ha sido reconocido como el origen de una serie de enfermedades y que la mayoría de los problemas de salud se ven afectados negativamente por su deterioro resulta evidente la fundamental importancia de esta nueva terapia física complementaria en muchas áreas de la medicina”.
Y a los que aun se muestren escépticos les diremos que BEMER USA acaba de firmar con la NASA el desarrollo de un prototipo de traje espacial que mejore la microcirculación de los astronautas y prevenga la pérdida de masa ósea y la atrofia muscular durante los vuelos espaciales. Y es que hablamos de un dispositivo que según su creador permite tras un tratamiento de solo 30 días mejorar en un 27% la vasomoción, en un 29% la distribución de la sangre por la red capilar, en un 31% el retorno venoso y en un 29% la oxigenación.
LA TECNOLOGÍA BEMER
Todo lo cual es posible porque el Instituto de Microcirculación de Berlín (Alemania) logró que el dispositivo utilice una señal biorrítmicamente precisa y compleja capaz de estimular el sistema de microcirculación partiendo del trabajo del doctor Wolf A. Kafka que en 1998 probó con multitud de ondas sinusoidales de diferentes frecuencias y densidades de flujo. Siendo en 2004 cuando se constataría que la actual señal permite mejorar la vasomoción y la circulación de los microvasos sanguíneos de forma más intensa de lo que lo hacen otros métodos y fármacos. ¿Cuál? Pues el aparato emite primero una señal configurada mediante una compleja fórmula matemática a 30 Hz de frecuencia durante 83 segundos que incide en las secciones vasculares de los precapilares más pequeños, se hace un intervalo de 3 segundos y a continuación se emite de nuevo una señal durante 31 segundos pero a 10 Hz de frecuencia para estimular los vasos más grandes. Ciclo que tras 3 segundos se repite de forma consecutiva una y otra vez hasta terminar el tratamiento. Cabe añadir que para transmitir la señal se utiliza un campo magnético de baja intensidad.
Obviamente las investigaciones harían que el equipo fuera ajustándose y en 2007 se desarrolló una segunda generación que se mejoró en 2010 siendo la que actualmente se comercializa como dispositivo médico de clase 2. Equipo que se compone de un controlador central, un módulo general para la regulación de la microcirculación en todo el cuerpo y tres módulos locales para tratamientos más localizados. De uso muy sencillo dispone de 10 intensidades para el tratamiento general de la microcirculación lo que permite que la señal entre cada vez con mayor profundidad en el cuerpo. Además cuenta con un programa de noche para la estimulación de la microcirculación durante las horas de sueño y un módulo especial con luz para el tratamiento de problemas de piel. El paciente -o el usuario ya que el equipo puede adquirirlo un particular- se limita a tumbarse en una colchoneta y a activar el equipo. Es importante señalar finalmente que se trata de un procedimiento no invasivo que no daña ni la piel ni las membranas mucosas.
ESTUDIOS PUBLICADOS
Aunque son numerosos los testimonios y estudios que avalan el uso de esta tecnología vamos a citar solo algunos de los más significativos. Y empezaremos por uno reciente publicado en 2013 en Journal of Complementary and Integrative Medicine por un equipo que dirigió el propio Dr. Klopp y apareció con el título Effects of various physical treatment methods on arteriolar vasomotion and microhemodynamic functional characteristics in case of deficient regulation of organ blood flow. Results of a placebo-controlled, double-blind study (Efectos de diferentes métodos de tratamiento físicos en la vasomoción arteriolar y características funcionales microhemodinámicas en caso de regulación deficiente del flujo sanguíneo orgánico. Resultados de un estudio a doble ciego controlado con placebo) en el que se compararon seis dispositivos para mejorar el flujo sanguíneo deficiente y esto es lo que se afirma en sus conclusiones: “De los seis dispositivos disponibles en el mercado dos demostraron ser ineficaces y tres no ser suficientemente eficaces como para considerarse relevantes terapéuticamente. Sólo un dispositivo fue capaz de mostrar un efecto terapéutico complementario utilizando un estímulo específico y biorrítmicamente definido para la vasomoción: el dispositivo BEMER”.
Ese mismo año y en la misma revista Klopp publicaría un trabajo titulado Complementary-therapeutic stimulation of deficient autorhythmic arteriolar vasomotion by means of a biorhythmically physical stimulus on the microcirculation and the immune system in 50-year-old rehabilitation patients (Estimulación complementaria terapéutica de la deficiente vasomoción arteriolar autorrítmica por medio de un estímulo físico biorrítmico sobre la microcirculación y el sistema inmune en pacientes de 50 años en rehabilitación). Se trataba de comprobar si el BEMER mejora terapéuticamente los tratamientos habitualmente recomendados y esto es lo que se concluyó. “Tanto la regulación del flujo sanguíneo en la microcirculación como la respuesta inmune se vieron afectados de manera relevante con la terapia de estimulación física adicional sobre la vasomoción”.
Y de nuevo el mismo año y en la misma revista se publicaría otro trabajo sobre el dispositivo pero esa vez efectuado por un equipo coordinado por el doctor W. Bohn; el trabajo se tituló The effects of the ‘physical BEMER vascular therapy’, a method for the physical stimulation of the vasomotion of precapillary microvessels in case of impaired microcirculation, on sleep, pain and quality of life of patients with different clinical pictures on the basis of three scientifically validated scales. (Efectos de la Terapia física vascular BEMER -método para la estimulación física de la vasomoción de los microvasos precapilares en caso de alteración de la microcirculación- sobre el sueño, el dolor y la calidad de vida de pacientes con diferentes cuadros clínicos sobre la base de tres escalas validadas científicamente). Para ello se evaluaron las respuestas de 658 cuestionarios entregados a pacientes que habían usado el aparato entre abril de 2011 y marzo de 2013 para tratar diferentes enfermedades durante más de 6 semanas. “El resultado -concluye diciendo el estudio- muestra claramente que hay mejoras significativas en todas las áreas investigadas aplicando esta opción de tratamiento complementario, independientemente de la enfermedad subyacente”.
Y hay estudios sobre patologías específicas. Klopp publicó en 2013 en la revista ya citada otro trabajo titulado Influence of a specific, biorhythmically defined physical stimulus on deficient vasomotion in small-caliber arterioles in the subcutis in patients with diabetic polyneuropathy (Influencia de un estímulo específico físico biorrítmicamente definido sobre la vasomoción deficiente en las arteriolas de pequeño calibre del tejido subcutáneo en pacientes con polineuropatía diabética) estableciéndose que “tras 30 días se demostró el éxito de la terapia complementaria por estimulación física de la vasomoción al aumentar el éxito terapéutico de los tratamientos establecidos”.
Incluso se ha probado en la esclerosis múltiple. Lo hizo un equipo del Centro Ambulatorio Neurológico de Dresden (Alemania) dirigido por R. Haase -el trabajo se publicó en 2011 en Alternative Therapies, Health and Medicine con el título Long-term effects of Bio-Electromagnetic-Energy Regulation therapy on fatigue in patients with multiple sclerosis (Efectos a largo plazo de la terapia de Regulación de Energía Bioelectromagnética sobre la fatiga en pacientes con esclerosis múltiple)– y los resultados fueron concluyentes: “La terapia electromagnética de campo puede ser una modalidad terapéutica útil en enfermos de esclerosis múltiple con fatiga severa”.
En fin, son muchos los trabajos que podríamos citar, todos con resultados similares. Incluso existe uno con ratones y células cancerosas que permite suponer que también en estos casos podría ser útil. Es por ejemplo el caso del realizado por un equipo del Departamento de Inmunología y Gnotobiología del Instituto de Microbiología de Praga (República Checa) dirigido por la doctora Blanka Ríhová que se publicó en 2011 en Journal of Drug Targeting con el título Synergistic effect of EMF-BEMER-type pulsed weak electromagnetic field and HPMA-bound doxorubicin on mouse EL4 T-cell lymphoma (Efecto sinérgico de campos electromagnéticos de ondas pulsadas tipo BEMER-ELEF y Doxorubicina unida a HPMA sobre células T EL4 de linfoma). En ese trabajo se estudiaron los efectos del BEMER en ratones con linfoma EL4 y según sus autores “la exposición a los campos electromagnéticos BEMER ralentizó el crecimiento de la masa tumoral prolongando la supervivencia de los animales de experimentación. El efecto fue más pronunciado entre los ratones inmunosuprimidos que entre los convencionales. No se observó nunca que el tumor creciera de forma más rápida”. Cabe añadir que también se observó un efecto de sinergia antitumoral cuando a los ratones portadores del tumor EL4 se les expuso simultáneamente a la señal BEMER mientras eran tratados con dosis mínimas de doxorrubicina. “Tal combinación -se afirma en el artículo- puede ser especialmente útil para los pacientes con tumores avanzados que requieren quimioterapia agresiva adicional para los que en ese momento una dosis mayor podría ser casi fatal”.
Michel Zieger, director de BEMER en Francia, comentaría recientemente estos resultados en un seminario celebrado en Barcelona asegurando que “la tasa de supervivencia pasó del 20% sólo con doxorubicina al 80%-100% con la utilización del BEMER. Resultados que son posibles porque la microcirculación se reactiva en un 30% y el medicamento llega mejor y en más cantidad hasta el tumor canceroso. Además el aumento del nivel de oxígeno mejora el sistema inmune. Por eso el BEMER es útil no ya en casos de cáncer sino en todo tipo de patologías. Puede pensarse que mejorar la microcirculación puede beneficiar al tumor pero la clave está en que sobre todo aportamos más oxígeno -y ello potencia el sistema inmune- y llega más medicamento hasta el tumor”.
EXPERIENCIAS CLÍNICAS
Especialmente interesantes resultan por otra parte los testimonios de médicos húngaros -en cuyo país existe amplia experiencia con esta terapia ya que en algunos casos es financiada por el National Health Fund– recopilados en el documento BEMER Presentation of Medical Cases publicado en 2013 y según el cual es útil como ayuda complementaria en muy distintos tratamientos; aseverando haberlo constatado en Odontología, Otorrinolaringología, Oftalmología, Dermatología, Endocrinología, Diabetología, Traumatología y Rehabilitación y Neurología.
El doctor Imre Szilágyi, jefe del Departamento de Otorrinolaringología del Hospital Dr Bugyl István de Szentes (Hungría), hizo un estudio con pacientes de tinnitus y afirma: “En un número significativamente importante el tinnitus se resolvió o mejoró en el grupo que recibió la terapia BEMER””
István Rozsos, cirujano vascular de la clínica Théta Egészségközpont de Pécs, publica en él un texto titulado Trastornos circulatorios de los miembros inferiores y eficacia de la terapia complementaria BEMER. Experiencias de 5 años sobre los graves daños que se padecen en los miembros inferiores como consecuencia de la diabetes u otras patologías circulatorias que pueden llevar a la amputación aseverando: “En la actual confusa mezcla de terapias hay un bastión estable: la terapia BEMER; máxime teniendo en cuenta que el dispositivo utilizado actualmente no es una unidad terapéutica magnética simple sino un dispositivo que puede hacer frente a varios desafíos de un cuerpo enfermo. Es claramente un dispositivo para tratamientos conservadores a utilizar junto con otros componentes de la medicina tradicional; como la formación, los ejercicios, la terapia de fluidos y los tratamientos farmacológicos”.
Por su parte la doctora, Éva Csécsei, Jefe Médico en el Belváros-Lipótvárosi Health Service de Budapest (Hungría), ha reunido datos sobre el uso durante 6 años del BEMER en Neurología señalando que los beneficiosos efectos sobre el dolor se deben a que dilata los vasos sanguíneos y mejora el suministro de sangre al estimular el sistema con monóxido de nitrógeno, mejora la microcirculación en los tejidos dañados y facilita la excreción de ácidos y desechos metabólicos, transporta más macrófagos, linfocitos y anticuerpos, reduce la hinchazón, facilita la regeneración óptima de los tejidos dañados al activar las enzimas antiinflamatorias y proporciona a las células más oxígeno al mejorar la microcirculación.
Resultados igualmente positivos son los relatados por el doctor Roberto Gómez en casos como la artritis de rodilla, la capsulitis adhesiva del hombro asociada con la diabetes mellitus y la bursitis. Así lo asevera en su colaboración en el monográfico titulada Experiencias sobre la eficacia de la terapia de campo electromagnético (BEMER) en algunas enfermedades reumatológicas.
También la neuróloga Terézia Szemerszk da cuenta de algunos casos significativos en el compendio de casos clínicos titulado Accidente cerebrovascular y enfermedad motoneuronal usando la terapia BEMER, en el que, entre otras cosas, afirma: “D. A., joven de 15 años, fue transportado por el NAS (Servicio Nacional de Ambulancia) al Departamento de Traumatología debido a un colapso por consumo de alcohol sufrido tras una fiesta de medianoche intubándosele un catéter periférico en el brazo derecho. Las extremidades del lado izquierdo estaban paralizadas, sin fuerza, y en las del derecho había sólo un movimiento limitado que le provocaba estímulos dolorosos. El escáner mostró solo un edema cerebral pero con el TAC cerebral realizado al día siguiente se apreció un amplio ablandamiento en el tronco cerebral y ablandamiento de 10 mm en el cerebelo. Además la resonancia magnética de la cabeza y una angiografía mostraron oclusión de un segmento de 8 mm en la arteria basilar. Contactada por la madre de la paciente al tercer día para que le aplicara tratamiento con la terapia BEMER iniciamos el mismo al día siguiente; 3 veces al día. El paciente estuvo pronto más despejado, abrió sus ojos de forma espontánea al pedírselo y fue luego capaz de mover sus dos extremidades derechas y después la pierna izquierda. A l final de la cuarta semana observamos cómo había mejorado gradualmente la deglución y su capacidad para entender era buena a pesar de la afasia motora. Al sexto día de la terapia Bemer las pruebas de la cabeza mostraron mejoría de la arteria basilar”.
Terminamos con el testimonio de Zoltán Németi, neurocirujano del Departamento de Trauma y Cirugía del Brazo en el Hospital Kenézy de Debrecen según el cual “la principal ventaja del BEMER en los casos de enfermedades o lesiones que afectan el cerebro y la columna vertebral es que llega incluso a las zonas más vulnerables sin complicaciones ni efectos adversos ayudando a eliminar los círculos viciosos autodestructivos que dificultan la recuperación. Aumenta pues la eficacia de otros tratamientos médicos y de los propios procesos de autocuración”.
En suma, es obvio que se trata de una terapia útil en numerosas patologías por la simple razón de que mejora la circulación del organismo y, por tanto, su oxigenación y nutrición. Y demostrado ese hecho no se requiere pues hacer estudios patología por patología aunque el fabricante lo esté haciendo para convencer a los médicos -habituados a ello antes de aceptar algo nuevo- de sus propiedades terapéuticas.
Fuente: Francisco Sanmartín